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Doctrina de la Seguridad Nacional

Crítica de la Razón Utópica: Análisis de las Ideologías de la Modernidad.

Crítica de la Razón Utópica: Análisis de las Ideologías de la Modernidad.

Doctrina de la Seguridad Nacional: de la Guerra Fría a las Dictaduras Militares de América Latina.    

Trabajo realizado por el grupo Nº 8: 

Bastián Bahamondes Pizarro. 

Rodrigo Carvajal Pizarro. 

Alejandro Donoso Bevilacqua. 

Juan Carlos Peñaloza Ramírez. 

Todos del 4º Año N, del Instituto Nacional. 

 Temario:  

Introducción. 

Reseña Histórica. 

Elementos Doctrinales. 

Organización Social, Económica y Política. 

Conclusión. 

Bibliografía.

Introducción.

Introducción.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el mundo fue dividido en dos grandes bandos irreconciliables: El mundo comunista, dirigido por la Unión Soviética y el mundo capitalista, o liberal, bajo la dirección de los Estados Unidos de Norteamérica. 

Si bien ninguno de los líderes mundiales llegó a una guerra directa con el otro, durante casi 45 años ellos impulsaban a los países que les seguían a emprender acciones en contra de las ideas y proyectos del contrario. 

Una de las maniobras más acuciosamente planificadas fue la Doctrina de la Seguridad Nacional, desarrollada por los Estados Unidos de Norteamérica. A tal grado de perfeccionamiento llegó, que se convirtió en política estatal, la que se aplicó en, prácticamente, todos los países de Latinoamérica, con enormes consecuencias para estos países en todos los sentidos posibles. 

El objetivo de este estudio es entregar una visión clara y concisa de cómo se desarrolló esta Doctrina, a qué grado de deshumanización llegó y cómo fue que dejó de ser la única manera de gobernar países en vías de desarrollo sin que haya grandes amenazas para sus vecinos.

 

Reseña histórica.

Reseña histórica.

Origen   

La Guerra Fría (1941-1991) fue un enfrentamiento político, ideológico y militar entre dos bloques, el occidental-capitalista (liderado por Estados Unidos) y el oriental-comunista (liderado por la Unión Soviética). Si bien estos enfrentamientos no bastaron para iniciar la Tercera Guerra Mundial, trajeron como consecuencia el cambio ideológico de muchos países latinoamericanos hacia el comunismo. 

Estados Unidos vio con temor esta situación y decidió intervenir ofreciendo apoyo político y económico a los gobiernos militares en contra de los procesos revolucionarios que apuntaban hacia el socialismo, un ejemplo de esto lo encontramos en Guatemala, cuando por medio de una intervención de la CIA, fue derrocado el presidente Jacobo Arbenz en 1954, se interrumpió así el proceso democratizador en Guatemala y se inició el período de las dictaduras militares que durarían hasta 1985. Otro ejemplo es el de Chile con el gobierno de Salvador Allende, la Unidad Popular, que fue depuesto por la dictadura de Augusto Pinochet. 

Del mismo modo, el intervencionismo del bloque oriental en asuntos latinoamericanos se dio a través del apoyo a diversos grupos guerrilleros y armados en Bolivia, Colombia, Perú y otras naciones latinoamericanas. Este proceso se inició con el apoyo soviético al régimen comunista implantado por Castro en Cuba, quien a su vez dispensó apoyo a las guerrillas revolucionarias. 

La ideología del sistema de dominación militar de América Latina se denominó “Doctrina de Seguridad Nacional” (DSN), que postulaba la "guerra total y permanente contra el comunismo". Ella identifica al "enemigo interno" en cada país: los partidos comunistas y movimientos de izquierda, guerrillas, organizaciones antiimperialistas. 

Estados Unidos ejerció en los años de la post-guerra mundial, el control de las fuerzas armadas de la región a través del TIAR -Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca-. Los ejércitos estaban subordinados a la estrategia militar global norteamericana, situación que era reforzada mediante los convenios de asistencia militar, que incluían la venta de armas y el entrenamiento de oficiales y suboficiales en la “Escuela de las Américas”. Esta misma escuela se encargó de entrenar a los distintos ejércitos latinoamericanos y los instruyó con los métodos más salvajes de interrogación que luego traerían cientos de muertos. 

Para justificar la intervención  se creo el  denominado “Comité de Santa Fe”, integrado por ex generales, diplomáticos y políticos reaccionarios de los EE.UU.,el cual elaboró un  informe sobre la amenaza comunista en América latina y la seguridad nacional de los EE.UU. especialmente en el caribe debido al régimen socialista existente en Cuba, apoyado por la URSS. 

Operación Cóndor 

Es el nombre generalmente atribuido a un plan de inteligencia y coordinación entre los servicios de seguridad de las dictaduras militares del Cono Sur latinoamericano -Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia- en la década de 1970, que se constituiría en una organización clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado con la cooperación de los Estados Unidos. 

Todo este manejo era confidencia, por ende se borraba toda huella de sus agentes o gobernantes en los pasos que dio para apoyar a los dictadores de esos años en el Cono Sur. Desde sus comienzos, la CIA (Agencia Central de Inteligencia) estuvo involucrada en dichos planes y en los crímenes cometidos contra militantes o simpatizantes de partidos y organizaciones antidictatoriales. Existía también, un acuerdo de compartir inteligencia entre Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay establecido en 1975.

En gran medida, los contactos establecidos en esos años por los oficiales y agentes de las dictaduras se vieron facilitados por el conocimiento personal entre ellos establecido durante los cursos y actividades de entrenamiento que les fueron impartidos por las escuelas militares y academias norteamericanas, en Argentina y Panamá, así como en otras instancias de participación común bajo el pretexto de la "ayuda militar" impartida desde el Pentágono.
   

Dictaduras en Latinoamérica 

La DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) – Chile 

Fue la policía secreta chilena durante el período inicial del régimen militar de Augusto Pinochet, siendo uno de los elementos más significativos del aparato represor de la dictadura.

Fue creada en junio de 1974, a cargo del teniente coronel de ingenieros Manuel Contreras. La DINA tenía facultares para detener y confinar personas en sus centros operativos durante los estados de excepción. Como estos estados duraron casi toda la dictadura, la DINA tuvo estas facultares durante prácticamente toda su existencia. Recibió el apoyo de la CIA desde EEUU. 

Ocupando los mismos principio de la DSN y entrenados por Estados Unidos en la Escuela de las Américas. LA DINA tuvo como tarea la recolección, el intercambio y el almacenamiento de datos de inteligencia relacionados con los activistas.  Sus agentes iniciaron campañas de represión, focalizada principalmente en el GAP (Grupo de Amigos Personales de Allende, su guardia personal) con 60 muertos, el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario) con 400, el Partido Socialista con 400 y el Partido Comunista con 350. 

La DINA empleó el secuestro, la tortura y el asesinato como métodos de acción. Muchos de los detenidos siguen hoy desaparecidos. También poseía agentes internacionales, siendo el más significado el norteamericano Michael Townley, quien asesinó al general Carlos Prats en Argentina, y al ex-ministro de Allende Orlando Letelier en Estados Unidos.  

Sólo se detendrían sus acciones al ser reemplazada la DINA por la CNI (Central Nacional de Informaciones) en 1977, y Contreras por el general Odlanier Mena. El general Contreras, retirado, fue procesado en Chile a causa de las violaciones de los derechos humanos perpetrados por la DINA pero no recibió condena. 

DSN presente en Paraguay, Bolivia y Brasil


Paraguay fue calificado por el Presidente Nixon como un modelo de régimen político y eje estratégico para la lucha contra el comunismo. La dictadura de Stroessner fue la más prolongada de América Latina, extendiéndose desde 1954 hasta 1989.

En Bolivia la operación Cóndor también estaba presente, la entrega del ciudadano chileno Julio Valladares Caroca, refugiado, a la dictadura chilena, y su posterior desaparecimiento y la entrega de una  joven argentina capturada en Oruro y entregada a la dictadura de Jorge Videla da a conocer la participación de Banzer (Presidente de Bolivia) en los fines de la DSN.

El Presidente brasileño, Emilio Garrastazu Médici, visitó Washington en 1971 y sostuvo varias reuniones con el Presidente Nixon y el que en breve seria Subjefe de la CIA, Vernon Walters.


DSN en Uruguay

Uruguay en estaba en una creciente crisis política. Existía un movimiento llamado “guerrillero de los Tupamaros” que se oponía a la dictadura. Los EE.UU. doblaron la asistencia en Seguridad Pública con equipos y entrenamiento policial. Los nuevos oficiales entrenados en los EE.UU. ocupaban cada vez métodos mas crueles contra los insurgentes

EE.UU. estaba preocupado. Rápidamente ordenó a los organismos de inteligencia de Brasil y Argentina establecieron en ese momento un acuerdo para intervenir en los acontecimientos políticos en Uruguay. Lo que trajo como consecuencia que el gobierno uruguayo lanzara operaciones antisubversivas, coordinadas por el DNII, de las fuerzas conjuntas (policiales y militares) contra los Tupamaros.

En 1972, el recién elegido Presidente Bordaberry dio mano libre a los militares en la contrainsurgencia. Los militares aplastaron a los Tupamaros, reprimieron a estudiantes universitarios, sindicalistas y otros opositores al gobierno. En 1973 los militares disolvieron el Congreso y en 1976 destituyeron a Bordaberry.


El golpe en Argentina

El 24 de marzo de 1976, Isabel Perón (Presidenta Argentina) fue detenida por los militares golpistas y trasladada a Neuquén. La Junta de Comandantes asumió el poder, comandada por el teniente general Jorge Rafael Videla. Dispuso que la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea compondrían el futuro gobierno.

En 1978 la dictadura terminó de liquidar la guerrilla peronista, los Montoneros. Sus máximos dirigentes fueron asesinados. Se dictaron decretos prohibiendo la actividad política y destituyeron de sus cargos a miembros de la Suprema Corte de Justicia.

A comienzos de 1980 fue renovada la Junta Militar, formada entonces por el teniente general Roberto Viola, almirante Armando Lambruschini y brigadier general Horacio R. Graffigna. En octubre fue designado Presidente de la Nación Roberto Viola, quién asumió en marzo del año siguiente.


Evidencia de la participación de la EEUU en las dictaduras.

La intervención abierta de la CIA y el gobierno de los EE.UU. en Chile fue confirmada al darse a conocer los archivos secretos de la CIA.

De acuerdo al plan Track I de la CIA se intentó que el congreso chileno no invistiera a Allende Presidente, lo cual fracasó.

La CIA creó un grupo especial de agentes, al que denominaban Task Force, que bajo las órdenes de Thomas Karamessiness debía realizar una serie de acciones para derribar al Presidente Allende. Al fracasar el primer plan se implementó el Track II, cuyo objetivo era crear todas las condiciones para un golpe de Estado. Algunos de los complotadores implicados en dicho plan secuestraron a Schneider (Comandante en Jefe del Ejército chileno en el momento de la elección presidencial Chilena) y lo asesinaron con las mismas armas que suministró la CIA, de acuerdo con la admisión de la misma agencia al Senado de EE.UU.
Según el Senado de EE.UU., la CIA "decidió apoyar y diseñar el asesinato del general Schneider con la intención de abrir camino para un golpe".

En el citado Informe Hinchey, del 18 de septiembre de 2000, se constata cuál era el interés estratégico que tuvo el gobierno de los EE.UU. para intervenir en el proceso político chileno. Expresa el documento: "En los años '60 y a principios de los '70, la CIA llevó a cabo proyectos específicos de actividades encubiertas en Chile como parte de la política del gobierno de los Estados Unidos para intentar influir en los acontecimientos de Chile".

Más adelante dice: "El telón de fondo histórico arroja una importante luz sobre las políticas, las prácticas y lo que se percibía como la urgencia principal en aquel entonces. La revolución cubana y el afloramiento de los partidos comunistas en América Latina había traído la Guerra Fría al Hemisferio Occidental. Miles de oficiales del ejército chileno vinieron a los Estados Unidos para entrenarse, lo que incluyó presentaciones acerca del impacto del comunismo mundial en su propio país. Después de que Allende obtuviera la mayoría simple en las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970, existía el consenso en los más altos niveles del gobierno de los Estados Unidos de que una presidencia de Allende dañaría gravemente los intereses nacionales de los Estados Unidos".

Elementos doctrinales.

Elementos doctrinales.

“La DSN fue un conjunto de concepciones o cuerpo de enseñanza derivado de supuestas verdades, principios, normas y valores que un Estado, a través de sus propias experiencias o las de otros Estados y de conformidad con su Constitución Política y con las realidades del país, considera que debe llevar a la práctica para garantizar el desarrollo integral del hombre y de la colectividad nacional, preservándolos de interferencias a perturbaciones sustanciales de cualquier origen.”[1] 

La Doctrina de Seguridad Nacional pretendió ser síntesis de todas las ciencias humanas, capaz de abarcar desde lo político y militar hasta lo educacional y religioso.  De esta manera, determinó los criterios fundamentales a tomar en cuenta para robustecer el combate al supuesto enemigo interno. 

Los dos pilares básicos de esta doctrina fueron la Bipolaridad y la guerra generalizada.  El primero se entendió como la separación del mundo en dos grandes bloques: el occidente cristiano y el oriente comunista.  El segundo trataba acerca del conflicto existente entre estos dos bloques.  En Latinoamérica, ante la imposibilidad de un enfrentamiento armado mundial, se dio por medio de las revoluciones sociales dentro de cada país.  Estas subversiones internas se daban en la medida en que las naciones latinoamericanas formaban parte del bloque occidental, por lo que el enemigo era inevitablemente el comunismo.  Bajo estas circunstancias, las fuerzas armadas “debieron” asumir la conducción política del Estado en defensa de los valores occidentales, para así preservar la seguridad. 

Otro aspecto clave de la DSN fue el asumir que todo individuo debía tener una postura definida, es decir, era enemigo o amigo, y que Latinoamérica estaba en guerra contra el comunismo mundial, con el fin de proteger los intereses occidentales.  Esta guerra tenía un sentido total, global e indivisible y permanente, puesto que todo estaba implicado, y los ataques podían venir tanto del exterior como del interior.  Se llegó a un punto en que todas las actividades individuales o colectivas eran actos en contra o a favor de la nación, no existían actos neutros. 

La Doctrina de Seguridad Nacional, debía apuntar hacia el progreso y desarrollo de una nación, utilizando como herramientas tanto la manipulación política y económica, como las fuerzas armadas y su violación a los derechos humanos.  Los ideólogos de esta doctrina afirmaron que los trastornos sustanciales a los cuales debía enfrentarse la DSN estaban estrechamente enlazados con los conflictos sociales, y que éstos se dividían en estructurales, personales, ideológicos y entre Estados. 

Los conflictos estructurales correspondían a las huelgas, las manifestaciones públicas y los procesos electorales en los cuales era necesario intervenir.  Los personales o de grupo ocurrían en el campo económico, entre personas o grupos de influencia compuestos por los diferentes sectores de la economía: productores, exportadores, importadores y comerciantes.  Los conflictos ideológicos eran los que resultaban por las discrepancias de ideas, doctrinas y creencias, cuando por medio de ellas se intentaba implantar normas de comportamiento ajenas a las tradiciones y costumbres de una nación, o sea, contrarias a algunos de sus más preciados intereses.  Los conflictos entre Estados eran los correspondientes a las disputas regionales por límites, por explotaciones de recursos naturales y por problemas étnicos o de comunicaciones.  Cabe destacar que la mayor parte de estos conflictos fueron impulsados por los mismos Estados Unidos para lograr una desestabilización en la región, y así vender más armas y tener excusas para ocupar territorios como también ubicar puntos clave de producción de recursos energéticos bajo el dominio de una país “amigo”.  Según la DSN hubo aspectos que incidieron en los conflictos sociales.  Estos tuvieron que ver con las diferencias marcadas en las distintas clases sociales, el marginalismo social, económico y regional, las existencia de espacios no habitados en los territorios nacionales, los desequilibrios entre áreas urbanas y rurales, la carencia de infraestructura adecuada, la escasa e irracional explotación de los recursos naturales y la intolerancia política y religiosa.  Para que la Doctrina de Seguridad Nacional fuera operativa y eficaz debía ser verdaderamente nacional, y no ser una mera copia o adaptación inadecuada  de doctrinas extranjeras.  En lo político debía responder a las necesidades y aspiraciones de la nación; en su organización, a las exigencias en los problemas de seguridad; en lo técnico, responder al nivel de desarrollo, y en lo moral a una causa justa. 

En cuanto a la religión, la DSN también tenía algo que decir.  Esta doctrina apoyaba la religión en cuanto instrumento en contra del comunismo y el ateísmo.  Ofreció favores y privilegios a instituciones eclesiásticas.  Sin embargo, el cristianismo que promovió la DSN, fue uno centrado en los mitos, costumbres, ritos y gestos de la ortodoxia judeocristiana, es decir, un cristianismo sin compromiso popular.  No concibió una iglesia preocupada de los grandes problemas estructurales y coyunturales del pueblo latinoamericano, sino con los principios protectores del orden, la autoridad, la defensa de la propiedad privada y en general, con los postulados del tradicionalismo.La DSN promovió la llegada de otras corrientes religiosas a América Latina desde los años 60, las cuales se convirtieron en importante base social de la derecha, con el propósito exclusivo de penetrar en aquellos sectores sociales más vulnerables económicamente y políticamente moldeables y reventarles su capacidad de lucha y organización por unas mejores condiciones de vida. 

Caracterizada la DSN, puesta en el contexto nacional y hecha suya por las fuerzas armadas latinoamericanas, ha desembocado en el militarismo.  Hablamos de militarismo desde el momento mismo en que la institución militar, al servicio de las clases dominantes, asume una ideología específica y se proyecta como un superpoder instaurado en el Estado burgués, alzándose como factor decisivo de la política del régimen con el propósito de controlar, mediante una metodología de guerra, toda la vida nacional.  Surge en el marco de un régimen que responde a los estrechos intereses de la cúspide oligárquica que en el proceso de su regresión institucional y política ha venido otorgando cada vez mayores beneficios a su “brazo armado” y acentuando, en todos los planos, la opresión sobre el pueblo en general, sin renunciar a su apariencia “democrática”. A la vez, por estar el militarismo sujeto a la política del neoliberalismo, coloca en esa misma condición subordinada a su aparato represivo militar. 

Este militarismo ha implicado un gran desprecio por las instituciones democráticas, las cuales han sido objeto de diversas olas golpistas para suplantarlas, o en su defecto, buscar la ubicación de generales, civiles militaristas o de derecha en puestos estratégicos de la administración nacional para aparentar una naturaleza democrática de los gobiernos civiles; pero lo que subyace es una vigilancia por parte de las fuerzas militares hacia los actos de gobierno de los civiles. Además, el militarismo, para reducir todos los actos de la vida social al lenguaje y a los mecanismos castrenses, se alza como un ente intocable que absorbe los recursos económicos de la hacienda pública sin ninguna retribución a las arcas del Estado.  

Ahora bien, el militarismo no es sólo de los militares, el militarismo incumbe también a los civiles quienes piensan que las soluciones a los problemas, y en general toda la vida social, se debe regir por la disciplina castrense. Estos civiles constituyen la expresión política del militarismo armado y son su punta de lanza en las diversas corporaciones públicas y privadas. Un caso patético se evidencia en los Ministerios de Defensa de los países latinoamericanos donde en los últimos años, desde la década de los ochenta hacia acá, han actuado como Ministros de Defensa, civiles, por supuesto de absoluta confianza tanto de las clases dominantes como de las mismas instituciones militares, de los grupos económicos hegemónicos y de Estados Unidos. Vale la pena destacar que la llegada de civiles como Ministros de Defensa en absoluto ha implicado el desarme de la DSN, por el contrario, se han incrementado propuestas para fortalecer organizaciones armadas asistidas por el propio Estado para que cumplan funciones que éste es incapaz de garantizar por las vías legales.  

[1] “Historia de la Doctrina de la Seguridad Nacional” Edgar de Jesús Velásquez Rivera, en Revista Convergencia, num. 27, enero-abril de 2002, pp. 11-39

Organización social, económica y política.

Organización social, económica y política.

ORGANIZACIÓN POLÍTICA: 

En el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional, el Estado era el encargado de llevar a la práctica el conjunto de verdades, principios, valores y normas que considerase correctos y apropiados, de acuerdo a la base teórica de la doctrina, para el desarrollo integral del hombre y de la colectividad de la nación, cautelando las posibles interferencias de origen preferentemente marxista que puedan influir en el pensamiento político de éstos y, en consecuencia, generar una “amenaza para la seguridad nacional”.Debido a lo anterior, no se hace difícil comprender que el método común para llegar al poder que utilizaban los precursores de esta doctrina era a través de golpes militares que derrocaban al presidente de turno, imponiéndose de esta manera dictaduras en las cuales el Estado y las Fuerzas Armadas se fundían en un solo ente cuyo fin era “la lucha contra el marxismo y la construcción de la grandeza nacional”. La presencia militar dentro de las máximas autoridades de gobierno se veía reflejada en los perfiles de los dictadores: Augusto Pinochet (Chile), Alfredo Stroessner (Paraguay), Jorge Rafael Videla, Roberto Viola, Leopoldo Galtieri (Argentina) y Hugo Banzer (Bolivia) son todos nombres pertenecientes a las instituciones castrenses de sus respectivos países. La gran mayoría de los golpes de estado efectuados en América Latina durante el siglo XX fueron apoyados directa o indirectamente por Estados Unidos. 

La labor principal de estos regímenes dictatoriales, entendiéndose que éstos consideraban al marxismo como una agresión permanente, era confiar imperiosamente el poder a las Fuerzas Armadas y de Orden, esgrimiendo que sólo ellas disponían de la organización y los medios necesarios para hacerle frente y neutralizarlo. De esta manera, la nación se pondría en las vías del desarrollo y del progreso y  las instituciones militares se autolegitimaban ante el pueblo. 

Surgió así uno de los principales aspectos asociados a la Doctrina de la Seguridad Nacional: el “Terrorismo de Estado”. Éste consiste en un desconocimiento del derecho a la vida y a las libertades personales, originando como consecuencia las desapariciones y torturas practicadas en los interrogatorios. Todo lo anterior, por supuesto, en el marco de la lucha contra la subversión argumentada por los defensores de la doctrina.Otra cualidad propia de las dictaduras fue la concentración del poder en el Ejecutivo. Mediante Decretos Leyes, las Juntas Militares se atribuían de forma exclusiva y monopólica la plenitud del poder judicial y legislativo, mientras que los presidentes de ellas hacían lo propio con el poder ejecutivo, anulándose la clásica separación republicana de los tres poderes del Estado. 

La militarización del Estado durante las dictaduras, conllevó el despliegue y vigilancia de las Fuerzas Armadas sobre el conjunto del aparato estatal y la unión entre los organismos represivos, anti-subversivos y de dominación política. Esto se tradujo en el control sobre los municipios, los medios de comunicación y el poder judicial (en este último llegó a predominar la justicia militar por sobre la ordinaria). Cualquier forma de oposición era considerada como un atentado contra los intereses de la nación. Se reprimía sistemáticamente la disidencia, cuya expresión estaba fuera de la ley. 

Dentro de las Fuerzas Armadas, con el fin de obtener una mayor cohesión interna y una línea de mando única, se homogeneizaron los altos cargos. Así, los militares que no apoyaban los golpes de estado, eran excluidos de los mandos superiores. 

Cabe señalar que, a pesar de la fuerte presencia castrense en las diversas ramas del poder, y el rechazo, por razones doctrinales, que esta clase manifestaba hacia la democracia,  no existió una renuncia oficial a ésta, sino más bien, se intentó aparentar que el aparato estatal funcionaba bajo ella, buscando la ubicación de funcionarios civiles militaristas o de derecha en puestos estratégicos de las administraciones nacionales con el fin de demostrar una naturaleza “democrática” predominante en las instituciones públicas.   

ORGANIZACIÓN SOCIAL: 

Durante las dictaduras militares de América Latina, todo el accionar represivo estuvo orientado a facilitar la imposición de un modelo económico-social que permitiera destruir las bases económicas y sociales y construir un “nuevo país”. Así, se procedió al exterminio de toda forma de organización política y social: las estructuras y los cuadros del movimiento obrero y de sus organizaciones sindicales; los centros de estudiantes universitarios y secundarios; los militantes de los partidos políticos populares; los intelectuales y las asociaciones de profesionales; los sectores comprometidos de la Iglesia y comunidades religiosas fueron barridas por constituir peligros reales o potenciales para la implantación de aquel proyecto. 

Se excluyó a la sociedad civil (el conjunto de instituciones y relaciones de personas, grupos o sectores sociales que se dan en el campo social, económico, político social y cultural, ya sea a nivel público o privado, pero externo al Estado), de la discusión y tomas de decisiones que históricamente le había correspondido. De esta manera, se renegaba del principio de la soberanía popular y de la autodeterminación de los pueblos.El “Terrorismo de Estado”, actuando al margen de las constituciones nacionales, leyes y tratados internacionales preexistentes, tenía como objetivo la destrucción de todas las asociaciones, frentes, movimientos y sindicatos por los que los ciudadanos pudieran dar fuerza a sus reivindicaciones o derechos. 

El Estado tenía el afán de una sociedad de individuos aislados, sumisos y dependientes. Para alcanzar su objetivo, intervenía a los medios de comunicación y a la opinión pública. No había opinión pública, había solamente temor público. Ninguna cuestión pública se decidía por deliberación, diálogo, compromiso o concesiones mutuas; todo venía establecido desde el poder dictatorial. 

En efecto, los sistemas regidos por el terrorismo de Estado buscaban la alienación del sujeto, para tender a un estado sin conflictos de ningún orden: apuntaban a la abolición de toda problemática entre el yo, sus deseos y los deseos de los otros por él investidos. Según algunos autores, su fin último era la muerte del pensamiento y del deseo. 

En Chile, el gobierno militar decretó la ilegalización y receso de los partidos políticos, las limitaciones a los derechos gremiales o sindicales y la supresión de la autonomía universitaria a través de la imposición de rectores y otros funcionarios elegidos por los miembros de los mandos militares o de sectores que apoyaban al régimen.   

ORGANIZACIÓN ECONÓMICA: 

El principal interés económico que tenía Estados Unidos al implantar las dictaduras latinoamericanas era asegurar que los recursos y mercados del mundo menos desarrollado siguiesen estando a su disposición y a la disposición de otros países del “mundo libre”.

Para llevar a cabo esta política económica, el gobierno de los Estados Unidos se valió de la Doctrina de la Seguridad Nacional canalizada en las dictaduras militares de Latinoamérica, las cuales iniciaron las privatizaciones de las empresas estatales, y de los sectores que tradicionalmente estaban en las manos del estado, tales como la educación, la salud, la previsión y los servicios públicos. 

Además se recortó el gasto público, se liberalizó el flujo de capitales, se implantaron normativas y decretos de flexibilización laboral, se incentivaron las importaciones y se otorgaron regalías y facilidades a las empresas extranjeras en detrimento de los medianos empresarios de las respectivas naciones latinoamericanas. 

La economía fue organizada en torno a la libre empresa, la libre competencia y la inversión privada extranjera. Se incentivaron y crecieron las exportaciones agropecuarias y de bienes no tradicionales hacia el extranjero. 

Se redujo la ayuda estatal a sectores productivos y de servicios que eran considerados no competitivos en el mercado. 

En ciertos países, como por ejemplo Chile, se observaron elevadas tazas de crecimiento macroeconómico, llegando esta última nación a crecer a un máximo de un 12% anual.

No obstante, esta apertura económica trajo como consecuencia un empobrecimiento en los salarios de los pequeños productores debido al desequilibrio entre importaciones y exportaciones, un aumento de los índices de cesantía y una merma en el desarrollo sustentable de los recursos naturales de donde provenían las materias primas que exportaba América Latina. Los índices de pobreza también aumentaron. 

Un ejemplo de lo anterior se obtiene del siguiente balance al concluir el régimen militar en Chile: según las estadísticas del Ministerio de Planificación Nacional, había 5 millones 212 mil personas viviendo en condiciones de pobreza, de esos, 739 mil eran indigentes, es decir, carecían de ingresos suficientes para adquirir la canasta mínima de alimentación de sobrevivencia.

Conclusión

Conclusión

La  Doctrina de la Seguridad Nacional ha sido considerada por algunos países como la única alternativa viable para llevar a cada uno de los estados en que se aplica hacia los niveles de desarrollo que poseen las grandes potencias mundiales hoy en día. Hacen esto sin considerar que el verdadero origen de la doctrina proviene de la época de la Guerra Fría, que enfrentó a la antigua Unión Soviética con los Estados Unidos de Norteamérica. En esa época, los Estados Unidos desarrollaron la Doctrina de Seguridad Nacional como una manera de evitar, a toda costa, la “infiltración” de las ideologías comunistas que preconizaba la Unión Soviética  que eran consideradas como ideas, prácticamente, diabólicas, las cuales, de ninguna manera, podrían ayudar al desarrollo de un modo de vida adecuado para los ciudadanos del planeta. 

Para aplicar este modo de ver las opiniones contrarias en todos los aspectos de la vida de los ciudadanos, los estados interesados desarrollaron nuevas definiciones legales con el fin de ceñir a la legitimidad todos sus actos a favor de la “Seguridad Nacional”. Así por ejemplo, definieron de una forma muy amplia un concepto que les serviría de base para sus actos. Precisaron todo cuanto era de interés de la Seguridad Nacional. Esto incluía los intereses básicos de un estado (límites fronterizos, delincuencia, educación – o la no educación-, salud pública y otros), los intereses de los grandes grupos económicos del país y los de las Fueras Armadas. 

De esta manera, si algún grupo de ciudadanos atentaba, por cualquier razón, contra alguna empresa o grupo económico, esto era considerado como un ataque a la Nación y los poderes opresivos y represivos del estado operaban a cabalidad, haciendo “desaparecer” a los manifestantes. Pero, la voz de los manifestantes no era totalmente acallada y, de una u otra manera, la población se enteraba de los abusos que cometía el estado que “tan bien” les trataba, dándoles beneficios de todo tipo, cambiando su parecer frente a como era, en verdad, el estado que los gobernaba. Esto se convirtió en un flanco desde donde muchas personas intentaban herir los regímenes de la época. 

Considerando que la Doctrina de Seguridad Nacional fue formulada en el contexto de la Guerra Fría como una manera de evitar las influencias comunistas en occidente, ésta no se justificaba luego de la disolución de la Unión Soviética, habiendo terminado cualquier amenaza contra el estado. Ante este nuevo “desafío” de la doctrina, sus ideólogos cambiaron al enemigo permanente del comunismo al narcotráfico. Ahora, no había una sola dirigencia del contrario, sino que hay varios dirigentes para cada zona en que se realiza la producción de drogas. 

Esto desequilibró las bases en que se sostenía la maquinaria de la Seguridad Nacional. Pero, poco tardaron sus teóricos en acomodarse a la nueva situación y adaptaron los ideales y regulaciones para cualquier país que aplique la Doctrina. 

Los cambios funcionan muy bien, a menos que se considere que la población tiene algo de memoria como para recordar que antes eran otras las motivaciones que llevaban a practicar la doctrina. Así, los gobiernos van perdiendo adherentes, pues la gente piensa que quienes están al mando pretenden eternizarse en sus cargos a cualquier costo, incluso cambiando sus ideales. 

En otro aspecto, por suponer que los ciudadanos son enemigos potenciales, los estados que aplican la Doctrina de Seguridad Nacional se han dedicado a la protección de los mismos gobernantes en desmedro de los habitantes comunes y corrientes y estos últimos, después de tanto tiempo de restricciones, han comenzado a sentirse cansados y ahora se manifiestan en contra de los gobernantes, haciendo un poco más difícil el llevar adelante el gobierno en tranquilidad. 

En síntesis, la Doctrina de Seguridad Nacional no ha rendido los frutos que sus ideólogos esperaban. Si lo que se buscaba en un comienzo era evitar que los comunistas influenciaran en cualquier ámbito de la vida de los países, eso fue lo que menos lograron, ya que los mismos ciudadanos buscaban informarse sobre lo que sucedía al otro lado de la cortina de hierro, haciendo que, de todas maneras, las ideas del mundo comunista llegaran a casi todas las personas y las influenciara. 

A raíz de esto mismo, los ciudadanos se dieron cuenta que sus propios gobiernos estaban ocultándoles información, cosa que, sin lugar a dudas, les causó una gran indignación, ocasionándole otra complicación a la aplicación de la Doctrina, ya que, más que un modo de implantar las ideas y acciones que Estados Unidos considerara correctas para el resto del “mundo libre”, se convirtió en una aliciente para los grupos que, siendo ciertamente minoritarios, intentaban ingresar a sus naciones, las ideas que venían de más allá de la Cortina de Hierro con cada vez más ánimos. 

Por otra parte, en América Latina, el concepto de la Doctrina de la Seguridad Nacional se encuentra fuertemente asociado a los muchos golpes de estado que se produjeron en esta región del planeta. La población, al oír sobre la aplicación de actividades estadounidenses en Latinoamérica, asocia esto a las violaciones a los derechos humanos cometidos por los gobiernos de facto que rigieron durante la Guerra Fría en la región. Así, la Doctrina agrega otra mala característica a la larga lista de inconvenientes que se le asocian por el solo hecho de ser diseñada por los Estados Unidos de Norteamérica. 

Bibliografía

 “Un debate sobre estrategias de seguridad” David S. Yost, en http://www.nato.int/docu/review/2003/issue4/spanish/art4.html (Revista de la OTAN, invierno 2003) 

“Doctrina de la Seguridad Nacional: la polifonía como estrategia de descalificación en el discurso militar argentino” Liliana Fortuny, Laura Marziano, Rodolfo Fenoglio en http://www.congresoaled2005.puc.cl/pdf/fortuny.pdf (VI Congreso latinoamericano de estudios del discurso, Septiembre 2005) 

“El sujeto activo de la violación de los derechos humanos en Chile entre el 11-09-1973 y el 11-03-1990” Fernando Concha, Edmundo Serani y Pablo Valderrama Hoyl, en Serie estudios / Biblioteca del Congreso Nacional. (Santiago, Chile). Año I, no.7 (abr. 1991), 7h. y en http://www.bcn.cl/pags/publicaciones/serie_estudios/elsuacti.htm  

“Historia de la Doctrina de la Seguridad Nacional” Edgar de Jesús Velásquez Rivera, en Revista Convergencia, num. 27, enero-abril de 2002, pp. 11-39 y en http://convergencia.uaemex.mx/rev27/27pdf/Edgar.pdf  

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